Los adolescentes obtienen la mayor parte de la energía de su dieta del aceite, la leche y el pan, aunque olvidan la fruta y la verdura, además del ejercicio
El aceite, la leche y el pan son las tres principales fuentes de energía para los menores de 17 años. En esta etapa, una alimentación adecuada es fundamental debido a los requerimientos nutritivos del propio organismo. Nutrición y salud han de ir unidas para lograr una dieta equilibrada, en un momento en el que los trastornos de la conducta alimentaria son el principal riesgo. Un estudio elaborado por el Departamento de Nutrición de la Facultad de Farmacia de la Universidad Complutense cuestiona ideas pretéritas sobre el predominio de la comida rápida en las primeras posiciones de la dieta de los jóvenes.
Los diez alimentos más escogidos
Aceites, leche, pan, galletas, bollería, embutidos y fiambres, chocolates y derivados, pasta, arroz y carne de vacuno. Estos son los diez alimentos que más consumen los adolescentes españoles, según un informe elaborado por el Departamento de Nutrición de la Facultad de Farmacia de la Universidad Complutense. Aunque estudios anteriores habían corroborado el gusto por el picoteo y se cree que la comida basura es fiel a la dieta juvenil, nuevos datos contradicen esta idea. En general, los jóvenes se alimentan bien. Debe ser así porque en la adolescencia el organismo requiere una dieta nutritiva para afrontar el crecimiento en longitud (talla) y masa corporal (peso).
El citado informe se realizó a modo de radiografía exhaustiva. Se analizaron los hábitos alimenticios para determinar de qué alimentos proceden las calorías que consumen a diario. Para el análisis, se tomaron como referencia las repuestas de casi un millar de escolares, que han servido para concretar las fuentes alimentarias de energía. Se profundizó en especial en el consumo de grasas totales, grasa saturada, sodio, azúcar y ácidos grasos trans.
La maduración sexual marca las necesidades nutritivas. Un adolescente gana en esta etapa hasta un 20% de la talla que tendrá en la edad adulta y el 50% del peso, por lo que es imprescindible una dieta sana y equilibrada. Las primeras conclusiones del estudio rompen el mito de que los adolescentes obtienen la mayoría de la energía de la comida rápida o "fast food". La pizza ocupa el puesto 24, las patatas fritas alcanzan el 17 y las salchichas se sitúan en la posición 31. Las hamburguesas, como plato preparado, ni siquiera se nombran.
El listado corrobora que faltan frutas y verduras en la dieta y se mantiene el gusto por los alimentos con sabores marcados. Al reflexionar sobre el propósito de este tipo de estudios, no se puede olvidar incluir la variante del ejercicio. Todo indica que los adolescentes realizan una actividad física limitada, a pesar de que su práctica contrarresta el porcentaje de grasa corporal.
Las fuentes de grasas y de azúcares
La rutina de comidas en el hogar es uno de los factores que más influye en los jóvenes. Los padres deben garantizar una dieta nutritiva, disciplina en los horarios y orden en el menú: primer plato, segundo plato y postre. Ellos supervisan qué ingieren los jóvenes y les acercan a platos sanos que les provean de los nutrientes que necesitan cada día.
La bollería industrial es una de las principales fuentes de grasas trans en la dieta de los adolescentes
Se estima que los estudiantes consumen una media de 2.017 kilocalorías al día, una cifra comprendida en los parámetros aconsejados para las fuentes dietéticas de grasas y de azúcares. El aceite, la leche, los quesos, los embutidos, la bollería industrial, los huevos, la mantequilla, la carne de cerdo, el pollo y la mayonesa componen el 50% de su dieta. La grasa saturada -responsable en gran parte de las enfermedades cardiovasculares- se consume a través de los embutidos y de la bollería industrial, que alcanzan una preocupante cuarta y quinta posición, respectivamente.
Faltan frutas y verduras
La procedencia del azúcar se evidencia a través del chocolate, el azúcar de mesa, los refrescos, los yogures y el plátano. Ésta es la primera fruta en la dieta, en el puesto 23, y junto con la manzana -segunda fruta en la lista, en el puesto 27-, las naranjas y mandarinas -en el 34- y la pera -en el 44- conforman las frutas más consumidas entre los 50 alimentos significativos. Los zumos de cítricos, una destacada fuente de azúcares pero nunca una alternativa a la fruta, ocupan el puesto 26, por delante de los refrescos -el 28-.
Respecto a las verduras, su presencia es nula. Ni siquiera se consume lechuga, tomate o judías verdes, muy populares hace unas décadas. Cada día son necesarias cinco raciones de frutas y verduras, que ayudan a prevenir enfermedades. Además, el agua que contienen favorece la hidratación, más todavía en verano, y la fibra es buena pra regular el intestino. También las legumbres deben formar parte de la dieta, aunque en su caso ocupan una nada desdeñable duodécima posición, lograda en los últimos años, una vez superado el olvido en que cayeron.
La ausencia de las verduras, en cualquiera de sus múltiples posibilidades, marca un reto para lograr que los niños y los adolescentes consuman vegetales, fuente de vitaminas variadas, sales minerales, fibra y elementos antioxidantes.
El estudio Carmona concluye que la relación con el riesgo de padecer un problema cardiovascular es directa si el consumo de verduras se limita a una o a ninguna al día. Este riesgo se desarrolla también en los adolescentes y está asociado tanto a una dieta desequilibrada, como a la falta de ejercicio.
EJERCICIO, INGREDIENTE NECESARIO PERO ESCASO
Un reciente estudio de la Sociedad Española de Cardiología evidencia una vez más que los adolescentes prestan poca atención e interés por el ejercicio físico. El modo de vida actual les aleja de estas actividades y potencia las actitudes sedentarias. Así se incrementa el riesgo advertido por la OMS, que calcula que las personas sedentarias tienen el doble de posibilidades de padecer una cardiopatía isquémica, "o de morir por esta enfermedad", frente a las personas que son activas.
Es preciso incidir en la importancia de practicar ejercicio físico cada día, entre media hora y una hora
A esta rutina, se añade el hecho de que las grasas saturadas y las grasas trans -presentes en numerosos productos de bollería industrial habituales en la dieta juvenil- afectan de manera negativa a la salud cardiovascular, lo que aumenta el riesgo de trastornos coronarios desde edades tempranas.
Es necesario adquirir como hábito la práctica de ejercicio de intensidad moderada entre media hora y una hora diaria. Si se logra cambiar la rutina, los adolescentes pueden convertirse en elementos fundamentales en la promoción de la salud e impulsar la práctica de actividad física desde la infancia hasta la vejez. Así se mejorará el estado de la población en general.
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